Cómo ayudar a tus hijos a gestionar sus emociones
Educación en Familia
Laura Calaf
7 min
Saber gestionar las propias emociones es una habilidad que los niños y adolescentes necesitan potenciar desde las primeras etapas educativas. Es igual de importante que cualquier otro aprendizaje. El poder del autocontrol, evitar conductas autodestructivas o comportamientos dañinos hacia los demás y desarrollarse con más facilidad ante cualquier adversidad. Todo esto se adquiere a partir del control de las emociones, y si los adultos tienen ya sus dificultades, imagina un niño o niña que aún le queda mucho por desarrollar y madurar.
Gestionar emociones negativas en niños y adolescentes suele ser más complicado, pero por eso mismo se hace especial hincapié en los beneficios de la inteligencia emocional. Si se implementa la educación emocional desde la infancia, se pueden prevenir multitud de problemáticas. Desde el consumo de drogas, trastornos alimentarios, ansiedad, depresión, problemas sociales… Y por el contrario, les aportará mucha fuerza a nivel personal, en el ámbito académico y en su futuro profesional.
La gestión emocional no implica la invalidación de emociones. Todas las emociones son válidas. Pero sobre todo, son necesarias, y así ha sido desde el principio de la historia de la humanidad. Desde siempre, las emociones negativas actúan como una llamada a la supervivencia. Por ejemplo, el miedo a que nos comiera un animal salvaje, nos movía a protegernos y escondernos de él. Es decir, las emociones, aunque a veces nos resulten desagradables, nos permiten avanzar y son útiles para nuestro aprendizaje.
La inteligencia emocional en niños y adolescentes
Una cosa es que todas las emociones sean útiles y otra bien distinta es lo que hacemos cuando aparecen. Cómo nos pueden llegar a desbordar y cómo las manejamos. Aquí es cuando entra en juego lo que se conoce como inteligencia emocional.
La inteligencia emocional hace referencia a la habilidad de entender y utilizar nuestras propias emociones en beneficio propio. Para reducir el estrés, comunicarnos mejor, empatizar y superar retos. 💪
También implica una alta autonomía así como la posibilidad de establecer relaciones interpersonales sanas. Teniendo en cuenta la etapa de la adolescencia, en la que empiezan a prevalecer las relaciones sociales más allá de la familia, puede ser un factor crucial para evitar lo que se conoce como dependencia emocional o el bajo autoestima.
Entrando en el ámbito académico, a medida que van creciendo, y pasan, por ejemplo, de Primaria a Secundaria, se exige que tengan más control sobre sus impulsos. Para el transcurso de las clases o para la convivencia con los demás compañeros. Por otra parte, favorece su capacidad de expresarse con más soltura y evita que la vergüenza no sea un impedimento a la hora preguntar dudas. 🙋 O manifestar cualquier tipo de problema o abuso con otra persona, sea niño o adulto. También ser capaces de empatizar con los demás. Estos aspectos, pueden ayudar a reducir el bullying. en el aula.
¿Vas viendo lo que puede llegar a cambiar la vida de tu hijo si goza de una alta inteligencia emocional?
Señales que indican dificultad en la gestión de emociones
Si necesitas algunas pistas para ver como tu hijo se maneja con sus emociones, fíjate en su comportamiento y, en concreto, si cumple estos aspectos:
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Se rinde muy fácilmente. Si tu hijo se da por vencido demasiado rápido, en cualquier situación, (podemos estar hablando incluso de un juego de cartas en familia), significa que no está tolerando bien la frustración. No saber convivir con esta emoción tan recurrente en nuestra vida, dificulta mucho las cosas.
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Conflictos sociales. Al no comunicarse de forma asertiva, no empatizar con los demás, y tomarse todas las críticas a la defensiva, suelen tener más conflictos con el entorno y amistades.
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No asume sus errores. Le cuesta mucho reconocer sus equivocaciones y atribuye sus errores a personas externas. Además se queda estancado con el error y le cuesta avanzar. Les cuesta ver el fallo como una parte del aprendizaje.
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Se muestra irascible con frecuencia. Tiende a la irritabilidad y es muy difícil negarle algo. Pierde los nervios con facilidad y ante el fracaso, actúa de forma impulsiva y agresiva.
Aprender a controlar las emociones negativas
En realidad, el término de emociones negativas no es del todo correcto… Como hemos adelantado antes, todas las emociones son necesarias en la vida. Lo que sí que es cierto, es que hay emociones que nos conllevan sensaciones más desagradables. Estas son las emociones “negativas” más comunes en niños y adolescentes:
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Frustración
A nadie le gusta fallar, a nadie le gusta equivocarse o que las cosas no le salgan como uno espera. 😖 Pero esto es algo con lo que debemos lidiar en nuestro día a día. Así que cuanto antes enseñes a tu hijo a controlar su reacción ante la frustración, más llevadero será para él.
Si por ejemplo, suspende un examen y le invade esta emoción, está bien. No se trata de evitar que se sienta triste. Si no dejamos que experimente esta emoción y que él mismo afronte la manera de controlarlo, se volverá en su contra. Porque no hay nada peor que emociones reprimidas. Lo que podrías hacer es dejarle un tiempo para reconocer cómo se siente, preguntarle por qué se siente así, e indicarle que se trata de buscar la manera de nunca dejar de intentarlo. Y por supuesto, que siempre tendrá tu apoyo. Si por el contrario, te enfadas con él o le prohíbes sentirse mal, podría llegar a adoptar la postura de no querer esforzarse “si luego va a tener el mismo resultado y a sus padres enfadados.”
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Ira y conductas agresivas
Controlar la agresividad que pueden causar ciertas situaciones es una de las partes que suele preocupar más a los padres en cuanto a gestión de emociones. Los niños y adolescentes a menudo tienden a explotar con conductas de enfado excesivas 😡 y además les cuesta asumir su responsabilidad.
Si hay algo que debemos implementar en casa desde el principio, es que los niños deben asumir las consecuencias de sus conductas. Aceptar la responsabilidad de sus acciones. Que vean que ellos son los protagonistas de sus propias vidas y que no pueden hacer y deshacer como quieran. Esto, en gran parte, se aprende en el entorno familiar.
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Impaciencia
La excesiva impaciencia en niños y adolescentes es habitual. Pero trata de inculcar desde el principio la cultura del esfuerzo. Si es con tu propio ejemplo, mejor. Que vean que para conseguir algo se necesita paciencia, trabajo y constancia y que además será mucho más gratificante que si lo das todo hecho. Intenta no complacer cualquier capricho que te pida y animarle a que cumpla sus metas.
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Vergüenza
Hay personas más tímidas que otras, pero si ves que la vergüenza es una emoción muy recurrente en tu hijo que le dificulta tareas del tipo hablar en público o mantener conversaciones con otros… 🤐 deberías echarle una mano. Es importante reforzar sus habilidades sociales desde la infancia. Esto ayudará por ejemplo a que pueda presentar un trabajo ante su clase sin tanta dificultad o que pueda hacer amigos más fácilmente.
Para alentarlo y ayudarle a superar su timidez, puedes pedirle por favor que llame al restaurante que vayáis a pedir a domicilio, o que sea él mismo el que pregunte algo al dependiente de la tienda. Son pequeños detalles que irán marcando un cambio en su comportamiento con los demás.
5 claves para desarrollar la inteligencia emocional de tu hijo
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Aprender a identificar las emociones
Saber poner nombre a lo que está sintiendo es el primer paso. No nacemos enseñados y el conocimiento de las emociones no es una excepción. Ayúdale a identificar las emociones que está sintiendo. Esto implica sentarte a hablar abiertamente con tu hijo, sin juzgarlo, y ayudarle a comprender y aceptar lo que siente y por qué lo siente. 🤔 Para eso es necesario una relación de confianza y conexión.
Si hablamos de niños más pequeños, puedes jugar con ellos a identificar las emociones. Por ejemplo, juega a simular tristeza, alegría o enfado y que él adivine lo que estás pensando.
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Aprender a ser empáticos
La empatía es imprescindible para las relaciones interpersonales. 🤗 Es una cualidad que ayudará mucho a tu hijo para prevenir acciones violentas y para favorecer su entorno social. Una vez sepa identificar las emociones y por qué aparecen, será más fácil ponerse en la piel de otras personas.
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Aprender a tener autocontrol
Tener autocontrol sobre lo que sientes no significa que reprimas las emociones. Hazle ver que las emociones que pueda llegar a sentir no son totalmente identificativas de su personalidad. Vienen y van y se pueden gestionar y regular. Aquí está la clave del autocontrol. Es decir, poder expresar la emoción pero sin hacerte daño a ti o a los demás.
Para eso debes alentar a tu hijo a que sobrepase ese primer impulso, parar y pensar en las consecuencias. Que utilice la emoción que está sintiendo para ser consecuente y responsable con sus decisiones.
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Aprender a ser asertivos
La comunicación asertiva se refiere a la habilidad de expresarse 🗣️ con la propia verdad pero teniendo en cuenta los sentimientos de los demás. Que practique también la escucha activa 👂 a la hora de mantener una conversación.
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Aprender a calmarse
Si tu hijo está muy agitado o nervioso, le ayudará mucho tener desarrollada su propia estrategia para relajarse. Si logra calmarse en momentos de tensión, logrará un gran control emocional y esto mejorará su conducta y su salud. Probar diferentes técnicas de relajación a ver que le puede funcionar mejor.
En Profe buscamos la capacidad de superación de todos nuestros alumnos. Porque sabemos que todos podemos alcanzar nuestro máximo potencial. Solo hace falta tener en cuenta todos los factores que influyen en el progreso personal de cada uno. Y saber gestionar las emociones es una de ellas, y una muy importante. 🙏
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